La otra mirada
Vos y yo nos encontramos esa noche
En la que parecía que florecer era posible.
Abrimos las puertas de rosas amarillas,
Nos abrazamos, como si lo supiéramos,
Y caminamos el pasillo de la sombra
De la mano.
No puedo decir que fue tu culpa.
Hay cosas que todavía no comprendo.
El aire se volvió espeso, alterado, siniestro.
Y el cálido amarillo que irradiabas
Fue ocre y luego negro.
La voz que conocías
No quiso detenerte.
Mi corazón se sorprendía.
No podía creer que
Eligieras
una rosa con cuidado
Y devoraras sus pétalos
Hasta que fueran nada.
En esos momentos no sabía quién eras
Ni por qué hacías temblar mis manos
Con la fuerza de tu desconocida
Otra mirada.