Cucu en
mi cabeza
C – Me corté un dedo.
Cucu – Cortátelos todos ¡y listo!
C – ¡No! Voy a llorar…
Cucu – Venís cargada hoy. Cargada de mierda.
C – No, vengo sola. ¿Y si me muero?
Cucu – Si te morís, ¡listo!
C – Me duele el dedo.
Cucu – No te lo cortes porque no vas a poder
escribir.
C – Entonces que me duela. Ya se va a
curar.
Cucu – ¿Cuándo se va a curar?
C – Dentro de poco.
Cucu – ¿Cuánto es poco?
C – ¡No me jodas! Ahora lloro y se me
corre la pintura. No compro cuchillas porque tengo miedo de reventarme las
manos.
Cucu – Ya las tenés reventadas.
C – ¡Vos sos una reventada!
Cucu – Sí, es cierto. Y vos sos una come
dedos.
C – ¡Dejame, loca de mierda!
Cucu – Está bien, pero te recuerdo que vos
quisiste hablar conmigo.
C – Me sentí un poco sola y eras la única
que estaba.
Cucu – Siempre soy la única que está.
C – ¿Y qué querés? ¿Que te dé un premio?
Cucu – Si me pudieras abandonar, ya te
hubieras ido.
C – Si me pudiera ir… ¿A dónde? Si me
pusiste cadenas.
Cucu – ¡Yo no te las puse!
C – Peor… me pegaron a vos.
Cucu – ¡Fue un defecto de fábrica! ¡Reaccioná, la
reputa que te parió! ¡Dejá de cortarte, dejá de comerte, dejá de llorar! ¡Mirá
cómo tenés los dedos! Me das pena…
C – Todos rotitos de dolor.
Cucu – Y a mí también me duelen.