martes, 8 de mayo de 2018

I



I

De su pelo brotó lo salvaje,
Lo que siempre había sido.
Lo que era naturalmente.
Pero esta vez él se lo pedía
Y ella deseaba complacerlo.
Entonces le habló a su cabello
Para que fuera indomable,
Amoroso y serpentino.
Durmiendo con su pelo
Él amaneció como la arena,
Para abrazarla con la devoción
De sus sonrientes ojos nuevos.
Y al tenerla en su cuerpo,
Feliz y tibio,
Le inundó la boca
Con pequeñas cerezas de terciopelo.




2 comentarios:

  1. Me encantan tus poemas. Tienen esa sencillez genial, tan difícil, tan pura, tan linda, tan profunda y a flor de piel. Saludos.

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  2. Qué comentario precioso! Me halaga, poeta. Gracias!! Valoro mucho que pases por acá. Abrazos.

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