lunes, 20 de agosto de 2018

III



III

Pero el frío solo pudo anunciar pena.
Sin igual, penetrante, duradera.
En el aire amor y lamento.
Y, finalmente, un golpe de tierra
Se llevó todo lo del Cielo.
Los truenos destejieron el “nosotros”,
Desgarrándolo con llanto, hielo y ceniza.
Y los separaron con altas montañas
De silencio, espinas y fuego.
Quedó, en cada uno, un gris profundo
En el que, alguna vez, habitaron perlas.
Hubo lluvia en todos los rincones
Que dejó mil llagas en las venas.
Los dos todavía se preguntan, a lo lejos,
Dónde estará esa almita nueva.
Yace detenida en el Siempre
Y cada noche, sentadita sobre el hilo rojo,
Les regala tibias rosas de terciopelo,
Para aliviarles el dolor de las mejillas.





No hay comentarios:

Publicar un comentario